miércoles, 15 de mayo de 2013

Crisis conyugales, en la adultez media.


Introducción
     En el ritual del matrimonio la pareja expresa su amor aceptando a su ser querido en las alegrías y en las penas, en la salud y en la enfermedad, y ofrece su fidelidad y su amor incondicional hasta que la muerte los separe.

     Nadie duda de la sinceridad y veracidad de las palabras que pronuncian estos jóvenes novios al unirse en matrimonio. Estrenando sus 25 ó 30 años estos esposos se prometen amor eterno. Sin embargo ¿qué sucede cuando pasa el tiempo, se enfrió el amor; a los hijos les pasamos nuestro amor; entró otro amor al corazón; la enfermedad no es superable?
     
Nacer, crecer, reproducirse y morir. Etapas biológicas de la vida. El amor en un matrimonio también está llamado a crecer y a reproducirse, pero no debe morir. La adultez intermedia, que comprende para algunos estudiosos -como Levinson- de los 40 a 65 años es un momento crucial en la vida matrimonial. El presente ensayo pretende mostrar algunos síntomas que se dan en la adultez media en la vida conyugal, así como ver posibles causas y proponer algunas soluciones.

I. Síntomas de la crisis matrimonial
 Cuando deciden casarse en matrimonio la pareja tiene 3 objetivos principales: hacer muy feliz a su pareja, formar una familia con sus hijos y vivir junto hasta que la muerte los separe. Los primeros 15 a 20 años hay ese esfuerzo común por crecer en el amor a la pareja, por ilusionarse ante el crecimiento y madurez de los hijos e incluso la simpatía y unidad de proyectos comunes.
  Pero el tiempo sigue su marcha. Algunos descuidos provocan que el amor se pueda ir enfriando. Los cambios físicos, las nuevas amistades, la dificultad laboral también van haciendo mella en la relación matrimonial.
 Así comienzan a registrarse las primeras e importantes limitaciones físicas, cambios emocionales y de conducta. Pueden incluso aparecer momentos de depresión y de ansiedad, debido a que existe una lucha muy dura, entre lo que se quiere hacer, lo que se debe hacer y lo que se puede hacer. Los cambios corporales dependerán en gran medida del estado de salud, de la alimentación y del ejercicio físico que se haya realizado antes. Por lo mismo existe una mayor tendencia a engordar, aparecen las primeras arrugas, el cabello se cae o se vuelve más canoso, la vista pide anteojos, los músculos se debilitan.
 Con la preocupación por las enfermedades comienzan los chequeos médicos. En algunas personas surge una actitud hipocondríaca (una sensación de permanente y constante situación de estar enfermo). La belleza externa sufre sus trastornos, pero en sentido opuesto crece la belleza interior como fruto de la experiencia y la madurez de la vida.
 Con la ilusión del matrimonio la joven pareja se planteó unos logros y metas comunes. En esta etapa del matrimonio la pareja revisa cómo se han cumplido esos sueños que formularon juntos. Es un momento de balance profesional, económico y social. La pareja puede darse cuenta que no han llegado a las expectativas deseadas, y en ocasiones ni aproximado a los objetivos formulados que tuvieron al casarse. Esto puede provocar sentimientos de frustración y de impotencia. De inseguridad y de malestar interior. Situación que si no se resuelve como pareja traerá problemas y dificultades en la relación matrimonial.
 Comienza a sentirse el cansancio, motivado por todas las responsabilidades que se tienen, que cada vez pesan más si estas no se han aceptado con madurez, responsabilidad y conocimiento.
 Incluso la vida sexual de la pareja sufrirá cambios. A la mujer le llegará la menopausia. Pueden darse situaciones de estados depresivos o de angustia. Ya no son los jóvenes de hace unos años, a la madurez de la vida le llega la vejez. No se desea envejecer. Los atractivos sexuales o físicos no son como antes.
  Finalmente, aunque no se mencionen todos los síntomas de una crisis conyugal, aparecen sentimientos de desesperanza, por un lado los hijos comienzan a ser independientes y se alejan poco a poco del hogar, y por otro lado se tiene que enfrentar la rutina matrimonial.

II. Causas que originan la crisis matrimonial
       La diferencia entre un síntoma y una causa es sencilla. El síntoma aparece, la causa la provoco. Con mi crecer en edad es seguro que mi cuerpo sufrirá unos cambios, pero si fue mal alimentado o mal ejercitado, probablemente mi cuerpo llegará más descuidado que otras personas con la misma edad.
     Los síntomas de una crisis matrimonial son eso síntomas. Posibles llamadas de atención ante una enfermedad conyugal. Ahora bien, las causas que originan una crisis conyugal son algo más serio. Implican una serie de hábitos o costumbres que se fueron descuidando. Enumeraremos algunas.
       Llevar una vida excesivamente materialista. Esto va dejando de lado los valores y virtudes que servirán de pilares para rescatar al matrimonio de un futuro naufragio
     Meterse en la mente que las tareas familiares conllevan un exceso de responsabilidades, que son imposibles de sobrellevar y entonces el matrimonio se vuele una carga difícil de llevar
        Los cambios físicos, biológicos, psicológicos, religiosos, económicos y sociales que se producen al llegar a esa edad hacen creer a algunos que han desaparecido o disminuido las cosas importantes que tenía en común con la pareja. Por ello es posible que se entre en estados de depresión o de crisis. ¿con quién estoy compartiendo mi vida? ¿seguimos con las mismas ilusiones o jalando extremos opuestos?
          Cuando el amor a los hijos fue opacando el amor a la pareja, entonces la salida de los hijos del hogar será algo difícil de superar. Esta situación se conoce como síndrome del “nido vacío”. Por motivos de estudio, trabajo o matrimonio los hijos abandonan el hogar familiar, esto origina que los papás se sientan solos.
        El rol en el matrimonio muchas veces ha perdido su carácter excitante, por la frenética actividad y las múltiples preocupaciones que conlleva una vida familiar en armonía y felicidad. La ausencia de los hijos puede llevar a un encontrarse nuevamente con la pareja, o puede provocar instancias de alejamiento y soledad.
      Otra causa es el dejar de esforzarse en el crecimiento personal. Académica e intelectualmente se esfuerza uno de los dos, la otra persona no quiere seguir creciendo, aunque fuera en otra concepto (lectura, baile, danza, pintura…). El esposo empresario busca que también su esposa se supere. La lucha debe ser en común, la otra persona no puede acomodarse y quedarse atrás.
          Algunos esposos desgraciadamente buscan experiencias juveniles de tipo atrevidas o de alto riesgo matrimonial, y esto con el fin de evitar la sensación de tiempo perdido o de aburrimiento. Coquetean con personas jóvenes, ponen en grave riesgo la infidelidad matrimonial. Comienzan a practicar deportes extremos o a derrochar el patrimonio matrimonial con compras llamativas: coches lujosos, vacaciones paradisíacas...
           Una causa más de una posible crisis conyugal es un cambio profundo en la vida económica como el despido laboral; en la vida física, en la que el cuerpo no rinde igual en el trabajo; o incluso de tipo social de la pareja: se tienen malas compañías, amistades frecuentes con  personas divorciadas que pueden ser una mala influencia en el campo de las ideas y en el uso del tiempo.

III. Propuestas para solucionar la crisis matrimonial
       Lo primero y más importante ante una crisis conyugal: rechazar a toda costa el divorcio como solución del problema. Esta no será la solución a la crisis, incluso la puede empeorar sino se ha hecho un análisis profundo de las causas que han provocado la crisis matrimonial en la pareja.
      Lo importante es que los matrimonios pongan todas las energías posibles en crear un proyecto de unidad, de tipo religioso, familiar y social. Volver al principio de: quiero hacerte feliz, deseo envejecer contigo.
       Físicamente una solución está en buscar alimentarse sanamente, mantener el peso ideal y huir del fantasma de la obesidad. Visitar al médico una vez al año o cada seis meses. Si se atraviesa un estado depresivo, aceptar dicha situación y buscar una consulta con un profesional en este campo, por ejemplo un sacerdote, un psicólogo, un psiquiatra o personas que trabajan en consultorías matrimoniales. En estos campos de enfermedad no hay que auto-recetarse, es imprescindible ser prudente e ir a escuchar la aportación y consejo profesional de quienes se dedican a ello por vocación o por profesión.
        Es muy importante aprender a administrar bien el tiempo y las actividades comunes. ¡Los hijos ya no están en casa! Luego, ¡Tenemos más tiempo libre, ¿cómo usarlo en pareja?! Hay más tiempo para pensar y hacer todas las cosas que se quisieron realizar en otra época, pero la tarea diaria lo impedía. Ahora hay una gran oportunidad para replantear el uso de nuestro tiempo.
        Analizar en profundidad, serenidad, inteligencia y objetividad las cosas que por diversos motivos, ya no podrán hacer, como pareja o individualmente, sin quererlas hacer a toda costa, incluso a costa del matrimonio. Poner mucho énfasis, en programar las cosas que querían hacer y que por divisas razones, no las han hecho, pero que todavía las pueden hacer.
       Es un momento especial para crecer y perfeccionarse en las virtudes y en los valores. Si en algo es necesario crecer es en la vida interior. La crisis de madurez en la pareja, puede superarse, con una buena dosis de entrega y lealtad, que es la total fidelidad, al otro cónyuge y a los hijos. Tratar de erradicar el egoísmo, para conseguir los máximos niveles de humildad, que les permitan perdonar los errores cometidos, si es el caso, y resolver las diferencias que existan, aceptando las propias limitaciones de la edad y de las circunstancias, así como el papel concreto, que cada uno tiene en la familia y en la sociedad.
      Comunicación. Esta es la gran medicina: comunicarse. Ahora más que nunca el diálogo es esencial. El diálogo es comunicación de dos, y no es de perogrullo decir que uno habla y el otro escucha. Dialogar muy frecuentemente y con plena sinceridad, para llegar a acuerdos que les permitan conseguir disfrutar más de la vida, saliendo más a menudo, invirtiendo el tiempo libre en actividades enriquecedoras y cultivando nuevas amistades.
      Se recomienda diseñar un programa de convivencia para cuando se dé el momento del “nido vacío”. Aprender a “volver a estar solos”. Incluir en su horario semanal alguna ida al cine, un cenar entresemana fuera de casa, un salir a pasear al bosque o hacer alguna excursión. Volver a sonreír tomados de la mano. Compartir la misa dominical, escuchar música juntos, e incluso bailar románticamente.
      Prudencia, prudencia y mucha prudencia para evitar errores irreversibles. Huir de situaciones que empeoren la crisis conyugal en lugar de mejorarla. Como el estar demasiado tiempo con los amigos, salir a propósito y con frecuencia tarde del trabajo, tener malas amistades, caer en la tentación de alguna infidelidad conyugal, caer en el juego de las apuestas –pues pueden arruinar el patrimonio familiar–, todo esto son autoengaños y llevan a caminos totalmente opuestos.
      Practicar como pareja el voluntariado, en organizaciones religiosas, sociales o políticas. Hay mucho que hacer y cada vez es más necesaria la incorporación de parejas en estas actividades, para que aporten el equilibrio de opinión, madurez y experiencia, que todos los matrimonios debieran tener. Este trabajo en equipo, hará que al tener cosas importantes en común, no llegue el enfriamiento, ni el distanciamiento en las actividades cotidianas. Es una gran posibilidad de unificació
n de ideas, objetivos y sentimientos
                Por último tratar de esclarecer los conflictos pequeños, que muchas veces por su frecuencia, son la causa del enfriamiento del amor matrimonial, incluyendo los conflictos grandes, que están abocados, antes o después, a terminar en ruptura.

Conclusión
        Envejecer juntos es la máxima felicidad del matrimonio. Nací para ti y deseo morir contigo. Los hijos son fruto del amor, pero mi amor primero es mi pareja. La oración, el amor, la educación y el respeto son claves para tener éxito en el matrimonio. Su Santidad Juan Pablo II en varias ocasiones dijo “Familia que reza unida, permanece unida”. En este camino de superación familiar no vamos solos. Cuando el sacerdote en nombre de la Iglesia bendijo a un matrimonio lo hizo en nombre de Dios. Es Dios quien da la bendición a la familia y con esta bendición va la fuerza para perseverar en las dificultades y las gracias especiales para seguir creciendo en el amor.
       Los matrimonios felices y duraderos, los grandes amigos y la buena salud, se obtienen a través del esfuerzo. 

3 comentarios:

  1. Padre, su articulo es muy interesante porque refleja la realidad conyugal que vive la pareja durante su vida matrimonial, donde pueden estar los posibles enemigos de la union conyugal y cuales pueden ser las soluciones a aplicar para remediar las situaciones que ponen en peligro este hermoso misterio del matrimonio. En estos momentos que vivimos donde todo se resuelve por la via fácil, lo que da la sensación que no sirve o no tiene remedio lo tratamos de desechar, de eliminar de nuestras vidas; es importante rescatar el sentido de permanencia y de compromiso que conlleva este Sacramento para rescatar la Familia que e la célula verdaderamente que da vida y sentido a la sociedad humana y esto solo se puede lograr si estan Cristo y Maria dentro de nuestras vidas. Sin ellos, por experiencia propia no podremos llevar adelante este gran reto que al final trae tantas satisfacciones y que da el sentido a nuestras vidas.
    Por sta razon veo de suma importancia este reto que usted se ha planteado de aportar esta util herramienta que servira para aclarar muchas dudas a nuestras preguntas existenciales.

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    1. Teresa, gracias por tu tiempo para leer este artículo. Al ser un sacramento el matrimonio tenemos que recordar frecuentemente que tres son los protagonistas: el esposo, la esposa y Dios.
      Es vital mantener fresca la relación con la pareja, pero también es vital que la pareja se mantenga cercana a Dios, esto hace más fácil los momentos de alegría y de dificultad.

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  2. bonita la presentación,lamentablement a mis 73 a mi esposa pide el divorcio,pues compruebo que se acaba el dinero y se acaba el amor, es real.Saludos

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