¿Cómo puede el laico vivir su santidad en el mundo de hoy?
La invitación de Cristo a la santidad va dirigida a todo
bautizado y hombre de buena voluntad. “El
llamamiento del Señor Jesús «Id también vosotros a mi viña» no cesa de resonar
en el curso de la historia desde aquel lejano día: y se dirige a cada hombre
que viene a este mundo” (Christifideles Laici: CFL 2)
Ante la situación de pecado y de
maldad que viven varias personas, y que provocan ambientes de egoísmo, de
relativismo y de alejamiento de Dios viene el reclamo a no estar ocioso o
desocupado ante la necesidad espiritual de tantas personas. El
cristiano ante dichas circunstancias debe “tomar parte activa,
consciente y responsable en la misión de la Iglesia” (CFL 3), de este
modo cumple en un modo ordinario su camino de santidad.
La manera en que los laicos están llamados a
influir del mensaje evangélico en la sociedad, de modo específico es tratando
las realidades temporales y ordenándolas según Dios. (CFL 9). Esto
indica que lo propio del laico es santificarse dentro del medio ambiente que le
rodea, siendo así luz en medio de las tinieblas.
La exhortación Christifideles Laici, escrita por su Santidad Juan Pablo II, indica
que “la vocación de los fieles laicos a
la santidad implica que la vida según el Espíritu se exprese particularmente en
su inserción
en las realidades temporales y en su participación en las actividades terrenas”
(CFL 17), luego ¿cuáles son este tipo de
realidades temporales y terrenas en las que puede vivir su santidad en el mundo
de hoy?
Personalmente presento cuatro circunstancias en
las que el laico puede y debe santificarse, acomodando las circunstancias a
los tiempos, lugares y talentos de cada seglar:
1) En la vida parroquial.
Encontrando un guía espiritual que le ayude a
encontrar la voluntad de Dios. Participando en jornadas de evangelización. Acudiendo
a grupos de oración y/o de adoración eucarística.
La acción de los laicos “es tan necesaria, que sin ella, el mismo apostolado de los
Pastores no podría alcanzar, la mayor parte de las veces, su plena eficacia” (CFL
27) Por ello participando activamente en las actividades litúrgicas de su
propia comunidad: Misas, rezo del santo oficio y del rosario, procesiones,
peregrinaciones, voluntariados, campamentos de verano, fungiendo como catequista,
como ministro de la Eucaristía, y visitando a los enfermos. La colaboración
puede ser a nivel personal o a nivel grupal. (CFL 33)
2) En el ambiente familiar.
La familia es
llamada por el Concilio Vaticano II como la “Iglesia doméstica”. Es en
el hogar donde se engendran, crecen y maduran las virtudes cristianas y los
buenos hábitos. Los esposos por tanto han de vivir la fidelidad matrimonial, deben defender el derecho a la vida y ayudar a promover
la dignidad de la persona. (CFL 37)
Es dentro de la familia donde se vive el primer campo del
compromiso social (CFL 40). La familia es por antonomasia la escuela de
las virtudes sociales, por ello los
padres de familia pueden también promover, participar o crear escuelas,
universidades y hospitales católicos, dirigir Clubes juveniles a nivel
escolar o parroquial.
Gran parte del tiempo el hombre lo pasa
trabajando, buscando su propio sustento para la casa, el vestido y los
alimentos. Debe aprovechar ese tiempo para santificar su trabajo. Su
arma de combate para afrontar la batalla es la caridad.
La
vivencia de la caridad y del amor al prójimo son signos propios
del cristianismo. En mi prójimo vive Cristo y es a Cristo a quien sirvo a
través de mi hermano, de ahí nace la solidaridad y el amor fraterno como fuente
de la santidad. (CFL 41)
En el trabajo se debe ser: honesto, veraz,
detallista, esforzado. Cada jornada de trabajo se debe ofrecer al Señor y se ha
de predicar con el testimonio de vida, y cuando sea posible también con el
diezmo para la Iglesia.
4) En el ambiente social.
Se debe buscar apoyar los apostolados hacia los
pobres y necesitados, como: orfanatorios, asilo de ancianos, entre
otros.
Otro modo de evangelización está en los medios
de comunicación social y de imprenta: por medio de redacción de folletos,
revistas o incluso la promoción de librerías católicas en
las que se promueva la doctrina social cristiana; esto llevará a un influjo
en la cultura y medio ambiente. (cfr. CFL 44)
La santidad también pasa por influir de modo honrado y tenaz
a través de la vivencia en la política y en los medios de
influencia económico-social. “El servicio a la sociedad por parte de los
fieles laicos encuentra su momento esencial en la cuestión económico-social, que
tiene por clave la organización del trabajo”. (CFL 42-43) Así como
ayudando y promoviendo actividades hacia los enfermos y los que sufren (cfr. CFL 53)
Conclusión
Se debe aprender a trabajar en equipo. “Dos personas
piensan más que una”. Los seglares deben unirse
en la lucha por ser santos. Deben aliarse espiritualmente con un
sacerdote o guía espiritual. La
formación de los laicos implica que alguien les ayude a ser santos. En
este sentido es hermoso el número 23 de la exhortación apostólica Christifideles
Laici que
dice:
“La misión salvífica de la Iglesia en
el mundo es llevada a cabo no sólo
por los ministros en virtud del sacramento del Orden, sino también por
todos los fieles laicos. En efecto, éstos, en virtud de su condición
bautismal y de su específica vocación, participan en el oficio sacerdotal,
profético y real de Jesucristo, cada uno en su propia medida.”
Por lo
tanto, cada uno en su propia medida,
ayudémonos a ser santos y construyamos unidos la Civilización del Amor y
promovamos la Cultura de la Vida.
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