¿Qué hay de común entre el sepelio a un ser querido y el
divorcio en un matrimonio?
Aunque las circunstancias cambian, el ser querido está
muerto y el compañero de matrimonio está ausente, el dolor y la pena es común.
La muerte forma parte del misterio de la vida, pero ¿la
separación, el divorcio? El que contrae matrimonio lo hace para permanecer al
lado del ser amado, por ello el dolor de la separación es muy profundo y la
pena muy grande. El divorcio es la muerte de una relación, y como tal, es
necesario vivir el luto de este trauma, de esta pérdida.
Planteamiento del problema:
Desgraciadamente la manera de comportarnos en ambos casos, ante el luto o el divorcio, es muy diversa.¿Qué hacer al respecto? ¿Percibo que el divorcio es otro tipo de luto? ¿Muestro también mis condolencias y apoyo ante la persona que sufre la fractura en su matrimonio?
Observación
preliminar.
La pérdida de un ser querido, sea por fallecimiento o por
divorcio, incluye tres etapas:
- Muerte de la relación: sea por el fallecimiento o por la salida definitiva de la pareja del hogar.
- Luto: dolor ante la pérdida de la pareja y circunstancias que rodean el hecho (sepelio, Misa, Novenario, el pésame, la recámara vacía y las pertenencias del otro, el testamento)
- Adaptación: reiniciar una nueva etapa en la propia vida.
Este artículo pretende detenerse más en el campo del “Luto”
y de la “Adaptación”, tomando en cuenta que el divorcio está ya consumado, no
queriendo entrar en detalles del porqué se dio.
Características entre
“el Luto” y “el Divorcio”:
1. Ambos pierden a un ser querido. El luto se puede hacer
público pero el divorcio se vive en silencio.
2. Se pasa la noticia del fallecido y llegan las condolencias.
Ante el divorcio es difícil saber a quién decirlo y cómo comunicarlo, y los
modos de apoyo son muy diversos.
3. Se celebra un triduo o novenario por el alma del
fallecido. La separación se vive en soledad, sólo los más allegados –por lo
general–, que suele ser la familia, comparten este dolor.
4. Los invitados saben qué palabras expresar para dar el
pésame “¡Lo siento!, ¡Estamos contigo!, ¡Nos unimos en tu dolor!, ¡Llámame si
se te ofrece algo!”, etc. Las palabras para el que sufre el divorcio son incómodas,
no se sabe por quién tomar partido, en ocasiones muestran una falta de
prudencia “No te preocupes, pronto vendrá otro mejor”, o incluso falsas expectativas
“Esto pasará rápido, tranquila”
5. La casa está llena de recuerdos del ser querido, cada
prenda es un tesoro, cada imagen es algo apreciado. Sin embargo ante el
divorcio quisiéramos no guardar objeto alguno que nos recuerde al otro, se
dificultan las palabras para expresar a los hijos el cariño hacia el padre o
hacia la madre. La pena es muy dura!!!
6. En el mejor de los casos se puede encontrar una
estabilidad económica ante la herencia del difunto, pero en el divorcio la
mayor parte parece se la quedan los abogados, y al final son los hijos
quienes sufren las consecuencias en sus alimentos, vestidos, educación y
crecimiento humano.
7. Rehacer el grupo social. En varias situaciones las
amistades de las personas separadas tendrán que reelegirse. No es fácil volver
a los mismos grupos sociales, el reinsertarse en sociedad es penoso.
8. La manera de responder por el ser ausente es diversa para
el que sufrió el luto, “Soy viuda”, que para el que está viviendo el divorcio,
incluso no se desea hablar sobre el tema, pues puede ser abordado con ligereza.
¿Qué hacer ante el
que sufre?
a. Ante el que sufrió
el divorcio
1. Escucharle. Estamos acostumbrados a hablar, pero en estos
casos no se trata de dar consejos u opiniones. Seamos filtros de desahogo para
el otro.
2. Tiempo. Visitemos al amigo que sufre. Estar con él, darle
compañía. La soledad es inquietante, y cuando uno está confundido o alterado se
pueden tomar decisiones erróneas.
3. Prudencia. Esto implica ayudar a cerrar las cicatrices y
no hacerlas más profundas. No hablar del divorcio o de la otra persona si el
tema no lo provoca el divorciado.
4. La familia será siempre la familia: Papás y hermanos,
muéstrense muy cercanos entre sí. La solidaridad en esa etapa de algún ser
querido es imprescindible. Que la alegría entre los primos aminore el dolor de
los hijos.
5. Crecimiento espiritual: es muy aconsejable encontrar a un
sacerdote que pueda ayudar de Director Espiritual en estas circunstancias.
Hablamos de hechos ya consumados, el divorcio ya se dio. Por lo tanto la acción
del guía espiritual es acompañar a estas personas a un encuentro íntimo con
Dios Padre y con la misericordia de Jesucristo. Incluso, si el caso lo amerita,
se puede acudir también al asesoramiento con personales profesionales en este
campo, dígase Psicólogo o Asesores de Consultoría Familiar.
6. Vida de sacramentos: la oración personal, la recepción
del sacramento de la Penitencia, y el acercarse frecuentemente a recibir a
Cristo en la Eucaristía son tres herramientas muy eficaces para reemprender el
camino. Si bien el camino no será sencillo, nos sentiremos como en "el camino a Emaús",
acompañados con Cristo.
7. En definitiva, ayudar a la “Adaptación” a la persona que
sufre el divorcio. Mostrarle el futuro con esperanza, ayudarle a quitar los “lazos
invisibles” que sin darse cuenta le mantienen aún ligada al otro. Infundir
optimismo y seguridad.
b. Ante el que sufrió
el luto
Guardando las distancias de los hechos, varias de las
sugerencias que se dan para el que sufre el divorcio se pueden aconsejar para
el que sufre el luto. Se debe añadir, por otra parte, que los días después del “Triduo”
o “Novenario” son los más incómodos.
El volver a la realidad de la vida ordinaria es difícil.
Después de sentirse acompañada por el sepelio y por los encuentros del
novenario viene el momento de la soledad. En estas circunstancias es bueno
llamar e invitar al Viudo o a la Viuda a compartir con otras personas. Los
paseos al campo, el compartir con los sobrinos y los nietos es muy
recomendable. La inocencia y sencillez de los pequeños aporta serenidad y
tranquilidad al que sufre.
Conclusión.
En ambos casos el participar como “Voluntario” en alguna
obra social suele dar grandes resultados. El hecho de salir de sí mismo para
ponerse a disposición de otros es una medicina muy saludable: orfanatorios,
ancianatos, obras de beneficencia, asistencia a enfermos, entre otros, pueden
brindar un momento de confianza y de entrega mutua hacia otras personas que
también sufren, aunque de modo diverso.
Cercanía, amistad y prudencia. Procuremos estar cercanos,
mostrar nuestra amistad y aconsejar en la caridad a las personas que sufren el
dolor de un ser querido, o la ruptura de su matrimonio. Que en estos momentos
de dolor puedan encontrar en nosotros una mano amiga.
Excelente muy bien tocado el tema y buenísimas las recomendaciones. Lo más importante es tener sacerdotes cercanos, que en confesión y dirección espiritual, puedan llegar a dar lo que se necesita en el momento, saber que quiere Dios de cada uno y por supuesto poder abrir el corazón para escucharlo.
ResponderBorrarAsí como el sacerdote debe estar presente en este proceso de dolor, también es muy útil que las amistades acerquen a las personas que sufren al sacerdote o a algún consultor familiar.
BorrarEn ocasiones el que sufre necesita que el amigo le presente o acerque al que le puede ayudar.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderBorrarme encanto totalmente de acuerdo es una etapa que no estaba en nuestros planes vivir ya que pensamos en el casarnos para siempre
ResponderBorrarDe la buena siembra queda la cosecha
ResponderBorrarCada hijo es un don de Dios y a través de el hijo podemos continuar amando, a pesar del dolor de la separación.
De la buena siembra queda la cosecha
ResponderBorrarCada hijo es un don de Dios y a través de el hijo podemos continuar amando, a pesar del dolor de la separación.
Muy buen articulo Padre. Un abrazo
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