Con este artículo no pretendo
trascribir el discurso que dio el Santo Padre Francisco a las familias en la
ciudad de Chiapas, el pasado 15 de febrero, sino más bien hacer una síntesis de
dicho discurso: el decálogo de la familia cristiana.
Sin embargo si alguien desea
escuchar los 23 minutos que duró el discurso, con gusto les anexo el link
pertinente.
1) Gratitud a Dios por el don de la familia.
Es de vital importancia agradecer
a Dios por el don de tener un Padre y una Madre, capaces ellos de sacrificarse
ante el hijo que está enfermo. En medio de estas dificultades “seguir
adelante”, apoyándose mutuamente y recordar que la gracia de Dios no les
faltará en dichos momentos de dificultad.
Vamos a “echarle ganas”, ganas a
la vida, ganas a la familia, ganas entre los amigos, y ganas y esperanza mutuamente.
De modo que la terapia del dolor en la enfermedad nos enseñe a crecer en la
virtud y a salir adelante con esperanza.
2) Apostar por la familia.
Tenemos que seguir apostando a la
familia. El Espíritu Santo nos acompaña. Además Dios, nuestro Señor, lo único
que sabe es amar, y por amor nos mandó a su Hijo, nos ama locamente, así su
nombre no sólo es Amor, sino también Misericordia.
Apostar quiere decir tomar
preferencia por una opción entre varias, así pues nuestra opción es por “la
Familia”. Que otras ideologías hedonistas, materialistas y fueras de la verdad
cristiana no permitan dejar nuestra opción por la “Familia Católica”.
3) Aprender a perdonar a la pareja y a dialogar con los hijos.
Si Cristo es capaz de perdonarnos
70 veces 7, y Él nos levanta y da ánimos para volver a empezar, entonces con
espíritu cristiano sepamos también vivir en armonía con nuestra pareja. Él,
Cristo, es capaz de iniciar en nosotros una nueva vida, es capaz de renovar la
unión matrimonial.
Es necesario también el diálogo entre
Padres e Hijos, ¿cada cuánto Padres hablan
y dialogan con sus hijos?, ¿cómo es el tiempo que invierten en sus hijos? El
tiempo dedicado a ellos es la mejor inversión.
4) Ante la precariedad y la soledad: madres solteras.
¡Qué duro es la escasez y la
precariedad en una madre soltera! La precariedad no sólo afecta el cuerpo, y
eso ya es algo duro, sino incluso puede llegar a afectar el alma. Ayudémonos
como hermanos para salir al paso de aquellos que sufren de precariedad, en modo
especial a los que viven en soledad y aislamiento.
Lo más duro es encontrarnos
solos, y eso nos impide echarle ganas, nos puede secar el alma y apagar las
ilusiones. Así pues: las legislaciones deben
promover leyes que ayuden a salir de estas precariedades, pero al mismo
tiempo el compromiso personal por querer salir es vital. El binomio de las leyes y del compromiso personal son la respuesta para salir de la precariedad. Del
mismo modo se debe fomentar el estudio y un trabajo digno para evitar y/o salir
de la precariedad.
5) La familia en la actualidad. Decir “no” a las uniones libres, a las
uniones homosexuales…
La familia está siendo atacada,
debilitada, pareciera que no tiene espacio en la sociedad y que es un modelo
que ya pasó, y ante el afán de modernidad se quiere proponer un modelo basado
en el aislamiento. Así surgen colonizaciones ideológicas que degradan el
concepto de la Familia, cuando por el contrario la Familia es la base de toda sana sociedad.
6) Ser felices en la familia a pesar del cansancio: “Prefiero rostros
cansados… pero que se aman”.
Vivir en familia no es fácil, en
ocasiones es doloroso y fatigoso, más aun, así el Papa Francisco nos dice que “Prefiero una familia herida que intenta todos
los días conjugar el amor, a una familia y sociedad enferma por el encierro o
la comodidad del miedo a amar. Prefiero una familia que una y otra vez intenta
volver a empezar, a una familia y sociedad
narcisista y obsesionada por el
lujo y el confort”.
7) Apertura al don de la familia: tener un hijo es un tesoro
maravilloso.
Apertura a la vida, no dilatar la
venida de los hijos por el lujo o el confort. Y entonces cuando se desea tener
hijos, ya no es posible “se les pasó la hora”. ¡Qué daño hace eso!
Así, pues, dice el Papa: “Prefiero a una familia con rostro cansado
por la entrega, a una familia con rostro maquillado que no han sabido de
ternura y compasión. Prefiero un hombre y una mujer con el rostro arrugado por
la lucha de todos los días, que con el paso de los años se siguen queriendo”.
¡Esas son las familias!
8) Dos virtudes básicas en la familia: Paciencia y amor. Saber pedir
perdón y evitar las “guerras frías”.
Para llegar a perseverar en
familia hay que tener paciencia y amor. No hay familia perfecta que no discuta.
El único consejo es “que no se termine
el día sin hacer las paces”. Si no es así se puede crear una guerra fría, y
la guerra fría va socavando las bases. Por ello perdón y volver a empezar cada
día.
9) Renovar cada día la ilusión matrimonial.
“Las arrugas son las huellas de
mi historia”… en el matrimonio pasa lo mismo. Cada huella o herida tiene su
pasado, y la experiencia que esta huella ha dejado en la familia.
Por ello la vida matrimonial
tiene que renovarse todos los días. “Es
preferible familias arrugadas y con cicatrices, pero que siguen andando”,
pero esas arrugas son signos de que el amor no fue fácil, pero es lo más lindo
que una mujer y un hombre pueden darse entre sí, para toda la vida.
10) Consagrar la familia a la Virgen de Guadalupe y a San José.
Mexicanos, tenemos un plus, a la Guadalupana, invocarla,
suplicarle, pedir su intercesión para que este sueño llamado “familia” no se
pierda por la soledad y la precariedad. Ella, María, como Madre está dispuesta
a apoyarnos siempre, y nos da a su Hijo para no sentirnos solos, así todos
juntos: Familia, Cristo y la Virgen, podremos “echarle ganas”.
Y por otra parte "no nos olvidemos de San José, que calladito y cumplidor" supo conducir a su familia y del mismo modo apoyará a la nuestra.
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